Masacre en Villa Crespo: habló un familiar por primera vez y apuntó a la salud mental

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El 21 de mayo, un estremecedor hallazgo sacudió a Villa Crespo. En el sexto piso de un edificio sobre la calle Aguirre al 295, encontraron  sin vida a cuatro miembros de una familia: Laura Leguizamón, su esposo Bernardo Adrián Seltzer y sus dos hijos, Ian e Ivo.

La escena fue descubierta por  Lucy, la empleada doméstica, al ingresar al departamento como cada mediodía. Apenas vio al menor de los chicos tendido en el suelo, gravemente herido, supo que algo inconcebible había ocurrido.

En principio, las miradas apuntaron al padre. Pero a medida que avanzó la investigación, la hipótesis cambió de rumbo. Peritajes y elementos recolectados en el lugar –como una carta supuestamente escrita por Laura y rastros de medicación psiquiátrica– trasladaron la sospecha hacia la madre, quien habría matado a su familia antes de quitarse la vida.

“Los mató la enfermedad de ella”, dijo su hermana desde Francia

Carina Leguizamón, hermana de Laura, habló desde Francia, donde reside desde hace casi dos décadas. En una entrevista con Clarín, sostuvo: “Los mató la enfermedad de ella”. La frase resumió el dolor y la incomprensión que aún atraviesa.

Carina mantenía contacto diario con su hermana. Aseguró que Laura siempre se mostró como alguien funcional, incluso lúcida: “La escuchaba bien. Decía que estaba bien”.  Pero en abril de 2025, según contó, comenzaron nuevamente los síntomas depresivos.

Ya en 2023, Laura había atravesado una crisis de salud mental que derivó en un tratamiento psiquiátrico. Según su familia, se había “recompuesto totalmente” y parecía haber recuperado la estabilidad emocional.

Un llamado desesperado y el desconcierto total

La primera alerta llegó con una llamada telefónica. Lucy, la empleada doméstica, contactó a los padres de Carina y, visiblemente afectada, solo alcanzó a decir: “Por favor, ¿pueden venir?, pasó algo con Ian”, antes de cortar.

Laura Leguizamón, según las hipótesis de la investigación, fue quien mató a sus hijos, su esposo y se quitó la vida. | Redacción

Desde Lanús, los padres de Laura se trasladaron de inmediato hacia el edificio en Villa Crespo. En el camino,  llamaron a Nora, otra de las hermanas,  que vivía más cerca del lugar. Al llegar, se encontraron con la cuadra vallada, patrulleros, ambulancias y medios de comunicación, pero nadie les brindó información concreta.

Mientras tanto, en Francia, Carina cenaba con su hijo de 16 años.  Su hermana la llamó para decirle que encendiera la televisión. La imagen que apareció en pantalla fue devastadora:  las fotos de Laura, Adrián y los chicos ya estaban en todos los noticieros. La versión inicial los presentaba como víctimas de un femicidio seguido de suicidio perpetrado por el padre.

La hipótesis oficial cambió y el duelo se volvió aún más complejo

Horas más tarde, la información cambió por completo. Los investigadores encontraron psicofármacos en la vivienda y elementos que modificaron la línea de tiempo del crimen. Una carta escrita por alguien “fuera de sus cabales”, según los peritos, sumó un nuevo indicio.

La teoría que tomó más fuerza fue la de un brote psicótico de Laura,  en el que habría atacado a su familia antes de quitarse la vida. La Justicia aún no confirmó la autoría de la carta, pero tanto la escena como los elementos hallados inclinaron la balanza hacia esa conclusión.

“Era imposible imaginar este final”

Carina, en diálogo con Clarín, describió a Laura como una madre amorosa, siempre dedicada a sus hijos, sonriente y comprometida con su rol familiar. Aún no logra conciliar la imagen de esa mujer con lo que se informó luego.

En los días previos, habían hablado con normalidad. El lunes y martes anteriores al hecho, Laura se había mostrado lúcida y “consciente de que tenía pensamientos negativos”, aunque insistía en que podía controlarlos.

Una familia destruida por la enfermedad

La tragedia de Villa Crespo dejó muchas preguntas abiertas, pero un punto parece innegable: fue la enfermedad mental de Laura lo que desencadenó el horror  y así lo expresó su hermana con un dolor que atraviesa cada palabra.

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Mientras la investigación avanza y el país aún intenta comprender lo ocurrido, el caso expone el abismo silencioso que puede esconder la salud mental. Una realidad que, a veces, no da advertencias claras. Y cuando lo hace, no siempre es suficiente.


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