La ciudad de Córdoba es víctima de sus dos infames intendentes: Passerini y Daniele

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Este miércoles se cumplen 51 días de paro del Suoem, que mantiene asambleas diarias, cortes y movilizaciones sin propuestas viables para la ciudad. El plan de lucha, originado en un reclamo salarial, derivó en una pulseada política sin señales de ceder por parte de ninguna de las partes. En medio, el servicio en Córdoba funciona a medio ritmo y los ciudadanos pierden confianza.

La oferta del Ejecutivo fue un incremento del 9 % en tres tramos, sustancialmente por debajo de la inflación. El gremio rechazó la propuesta argumentando una pérdida salarial acumulada del 14 % al 20 %. Además pide que los incrementos sean remunerativos y se sumen categorías precarizadas.

Mientras tanto, el municipio aduce dificultades fiscales y déficit creciente. En este sentido, se denuncia un aumento de gastos políticos innecesarios al mismo tiempo que crecen los salarios municipales. El conflicto escaló y ayer se suspendió la atención en el Tribunal de Faltas por incidentes con encapuchados.

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Estratégica y confrontativa agenda sindical

Desde hace semanas el Suoem extrema la presión con cortes de calles y asambleas permanentes en el centro. La conducción de Rubén Daniele endureció su discurso: “No es un conflicto salarial, es un conflicto político. Quieren disciplinar al sindicato.” La estrategia apunta claramente a forzar una respuesta política, no una solución salarial razonable.

El gremio amenaza ahora con “provincializar” el reclamo  sumando sindicatos del interior y pesos políticos. Esa táctica evidencia que detrás del paro existen intereses estructurales más que reclamos legítimos. El conflicto trasciende lo económico y busca erosionar la autoridad municipal.

Passerini: recortes inexistentes y liderazgo débil

El intendente, lejos de mostrar firmeza, optó por discursos vacíos y descuentos por presentismo. “No podemos gastar fondos que no tenemos”, argumentó, mientras nombra cargos y agranda la planta política municipal con total liviandad. Asimismo, la renuncia masiva en su gabinete refleja un gobierno sin cohesión ni proyecto político alguno.

En un episodio que preocupa, en la marcha al Tribunal de Faltas ingresaron encapuchados con bombos y bengalas, con riesgo de incendio. El Ejecutivo respondió con denuncia penal y calificó la acción de “violencia sindical”. Sin embargo, la ausencia de autoridad concreta deja al municipio a merced del conflicto.

Tres posibles escenarios y un riesgo latente

Conciliación forzada: podría suspender el paro por 15 días, pero sin diálogo real, el sindicato la rechazará y profundizará el conflicto.

Escalada sindical: el llamado a interiorizar el paro aumenta la presión sobre la provincia y evidencia que el objetivo no es salarial.

Oferta superadora: es la opción más sensata, pero el Ejecutivo no dio señales. Sin herramientas fiscales, la medida solo calmaría la calle, no las cuentas.

Los ciudadanos cordobeses rehenes de sus dos intendentes

El fondo del asunto no es sólo mayor gasto, sino también saber quién manda en Córdoba. Si Passerini no aplica recortes reales ni reformula su estrategia, el paro seguirá. Y si Daniele no presenta una oferta seria, Córdoba pagará una cuenta cada vez más cara.

Mientras la ciudad queda paralizada, Córdoba parece tener dos intendentes: uno con despacho en el Palacio 6 de Julio que no gobierna, y otro con micrófono y sindicato que manda desde la calle. Entre la pasividad de Passerini y el patoterismo de Daniele, el único que pierde es el ciudadano común, rehén de un conflicto que no merece.

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Los vecinos ya no saben si esquivar los cortes o las excusas. Mientras uno multiplica cargos y no se anima a ajustar, el otro se atrinchera en privilegios de otra época disfrazados de lucha gremial. En esta tragicomedia de poder, los servicios no se prestan, las oficinas no funcionan y la paciencia de los cordobeses ya se agotó hace rato.


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