Condenaron a prisión perpetua a Brenda Agüero por matar bebés en hospital de Córdoba

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Tras seis meses de juicio oral y público, la enfermera Brenda Agüero fue hallada culpable de haber cometido el asesinato en serie de cinco bebés y de haber intentado matar a otros ocho recién nacidos, a quienes atendió apenas nacieron en el Hospital Neonatal de Córdoba.

Así lo resolvió este miércoles un jurado popular compuesto por ocho ciudadanos y dos magistrados. En paralelo, varios funcionarios que estaban implicados en la causa fueron absueltos.

Agüero recibió una condena de prisión perpetua. Según lo estipula el Código Penal, esa era la única sanción posible para un caso de estas características, que no tiene antecedentes en la justicia argentina.

El fallo fue mayoritario y fue leído pasadas las 20 horas por la secretaria de la Cámara en lo Criminal y Correccional de 7ª Nominación, el tribunal que llevó adelante el proceso judicial. Previamente, la jueza Patricia Soria realizó una introducción en la que se quebró al leer unas palabras de agradecimiento con las que dio cierre al juicio.

La asesina Brenda Agüero. | La Derecha Diario

El jurado comenzó a deliberar a primera hora de la mañana, y el análisis se extendió por más de diez horas debido a la complejidad del expediente. Los fundamentos del fallo se darán a conocer una vez finalizada la feria judicial de invierno.

El caso

Los ataques ocurrieron entre el 18 de marzo y el 7 de junio de 2022. No obstante, la seguidilla de tragedias fue denunciada ante la Justicia recién un mes después del último fallecimiento. La presentación fue realizada por el ingeniero Francisco Luperi, esposo de una médica de guardia, quien decidió acudir a los tribunales tras escuchar de su pareja los graves hechos que estaban ocurriendo.

En la jornada inicial de esa cronología se produjeron dos agresiones: V.U.M., que logró sobrevivir, y Francisco Calderón Cáceres, quien falleció 11 horas después de haber nacido.

Aunque a Francisco no se le practicó autopsia, los análisis clínicos que se le realizaron mientras intentaban salvarle la vida revelaron una concentración elevada de potasio en su organismo. También se detectó una mancha de sangre en su vestimenta. En aquel momento, esos indicios no parecían significativos para su familia, inmersa en el duelo. Sin embargo, cobraron importancia con el paso del tiempo, cuando las muertes y descompensaciones inexplicables comenzaron a repetirse.

De los 13 casos que llegaron a juicio —de los cuales solo las dos últimas muertes fueron sometidas a autopsia—, varios presentaban marcas de punciones en zonas del cuerpo inusuales para una aplicación médica. Además, se identificaron niveles de potasio y/o insulina en sangre incompatibles con la vida y que solo pueden ser justificados por una administración externa. En otras palabras, el cuerpo humano no podría haber generado por sí mismo semejante exceso.

Los fiscales argumentaron que Brenda Agüero habría actuado impulsada por motivaciones profesionales: presuntamente buscaba destacar ante sus superiores, siendo la primera en advertir los síntomas de los bebés, dar la alerta y así ganarse un ascenso desde el área de Obstetricia al sector de Neonatología.

El área en la que Brenda Agüero trabajaba no es un detalle menor: tenía asignadas tareas vinculadas exclusivamente al cuidado de las madres y no debía tener contacto directo con los recién nacidos. Sin embargo, las investigaciones confirmaron que fue la única persona presente en todos los episodios críticos.

Además, se comprobó que mantenía una “proximidad exclusiva” tanto con las madres como con sus bebés. En múltiples ocasiones quedaba sola con ambos, e incluso se encontraba a solas con los recién nacidos mientras las mujeres atravesaban el período de recuperación postparto. Esta situación era poco habitual, ya que el resto del personal solía actuar en equipo.

De acuerdo a lo determinado por el fiscal Raúl Garzón durante la instrucción del caso, Agüero accedía a dosis de potasio e insulina desde los llamados “carros de paro”, que no contaban con controles rigurosos de inventario. Luego administraba estas sustancias a los bebés de forma desordenada y en zonas corporales aleatorias, un accionar que la fiscalía interpretó como propio de un acto delictivo realizado de manera oculta y rápida.

El 6 de junio se registraron cuatro descompensaciones de recién nacidos en cuestión de horas. Los médicos que testificaron durante el juicio coincidieron de forma unánime: jamás habían presenciado más de una muerte súbita o colapso grave en un bebé en un mismo día. Mucho menos cuatro eventos casi simultáneos.

Ese día marcó un punto de quiebre en el hospital: la crisis escaló y se otorgaron licencias a numerosos médicos y enfermeros, entre ellos, Brenda Agüero. Las muertes de Melody Luz Molina y Angeline Rojas fueron denunciadas de manera individual, separadas del resto de los casos. Sin embargo, sus respectivas autopsias resultaron clave para esclarecer el cuadro general.

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