Un supermercadista chino disparó siete tiros a dos ladrones que intentaron robarle
La inseguridad volvió a demostrar su dominio en el conurbano bonaerense con dos episodios violentos ocurridos en La Matanza y La Plata que dejan en evidencia el deterioro absoluto del sistema de seguridad. En ambos casos, el denominador común fue el abandono del gobierno provincial: comerciantes convertidos en justicieros por necesidad y delincuentes que se mueven impunemente.
El caso más reciente ocurrió en González Catán, donde dos delincuentes intentaron asaltar un supermercado chino en la calle Apipé. La respuesta del comerciante no fue esperar a la policía, sino tomar la justicia por mano propia. Con una pistola Taurus calibre .40 –de tenencia ilegal– disparó siete tiros por la espalda a los ladrones, que huyeron dejando su moto abandonada. Uno de los balazos impactó en el tobillo derecho de uno de los sospechosos, César Gómez, y otro en su espalda. Fue hallado poco después por la Policía Bonaerense en el hospital Simplemente Evita, mientras su cómplice, César Monzón, también caía detenido. Ambos ya habían sido denunciados por otro intento de robo, a pocas cuadras, por una comerciante que identificó claramente a los agresores.
Los delincuentes circulaban en una moto 110 cc con números de chasis y motor limados, a plena luz del día, y portaban otra arma de fuego que fue incautada. La investigación está a cargo de la UFI N.º 2 de La Matanza, a cargo del fiscal Gastón Duplaá, quien imputó al comerciante por tenencia ilegal de arma de guerra. Así, la Justicia termina procesando a la víctima mientras los victimarios son atendidos en hospitales públicos.
Este hecho se da en un contexto donde la violencia criminal no solo se expresa en robos comunes. A comienzos de abril, en Villa Elvira, La Plata, una joven cajera de un supermercado chino fue atacada a quemarropa por un pistolero encapuchado que ingresó al local y disparó sin mediar palabra. Las cámaras de seguridad mostraron una escena escalofriante: el atacante sostenía su celular en videollamada mientras disparaba, cumpliendo presuntamente con una “prueba de ejecución” exigida por mafias asiáticas. Según fuentes policiales, se trató de un ataque sicario por streaming, una práctica cada vez más común en el submundo del crimen organizado. El supermercado había abierto apenas cinco días antes.
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